Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Antonio Machado.
Retrato 1906
Mi infancia son recuerdos de un barrio obrero de Madrid, de una vivienda humilde, de un aula pequeña donde compartía pupitre y colín con otros chavales de mi barrio vallecano. Mis dedos aun sienten aquella regla de madera que caía fulminante cuando mi comportamiento dejaba que desear, aunque visto con perspectiva creo que era un "santo" (por no hablar de los capones en lo alto o los tirones de patilla). La letra con sangre entra. Esa era la medicina que nos administraba el viejo profesor. Yo no tendría más de tres o cuatro años.
Durante estos algo más de dos meses he vuelto a mis recuerdos, he vuelto a disfrutar de mi infancia (sin dolor), he crecido hasta la adolescencia según iba avanzando en mi exposición hasta darme cuenta de que estos hombres y mujeres que dedican su vida a la docencia tienen algo en común conmigo: vocación. Yo por la fotografía, y ellos por la enseñanza. Sin esa vocación sería imposible encerrarse cada mañana en un aula con unos niños inquietos, alegres, juguetones... Paciencia, dedicación y mucho amor por esta profesión es lo que he espiado cada día desde el parapeto privilegiado de mi cámara. Oficio éste imagino que gratificante, y no en los dineros, donde la mayor satisfacción es ver crecer a los niños, hacer hombres y mujeres con proyección de futuro, prepararlos para la dura batalla de la vida. Una labor muchas veces incomprendida.
En esta exposición he tratado de ser invisible, una sombra, pasar desapercibido ante los ojos de los alumnos y los profesores. Y visto el resultado creo haberlo logrado, me siento satisfecho, porque si no muchas de estas imágenes no se hubieran podido conseguir. También hay paciencia en cada fotografía, dedicación total, respeto y, sobre todo, amor por este trabajo en el que he depositado muchas ilusiones.
Agradezco a la dirección del centro esta magnífica oportunidad, y las facilidades que me han dispensado. Hoy esta exposición formará parte de un pequeño tesoro. Y dentro de otros veinticinco años estas fotografías volverán a tener la misma frescura, fuerza y alegría de hoy.
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Antonio Machado.
Retrato 1906
Mi infancia son recuerdos de un barrio obrero de Madrid, de una vivienda humilde, de un aula pequeña donde compartía pupitre y colín con otros chavales de mi barrio vallecano. Mis dedos aun sienten aquella regla de madera que caía fulminante cuando mi comportamiento dejaba que desear, aunque visto con perspectiva creo que era un "santo" (por no hablar de los capones en lo alto o los tirones de patilla). La letra con sangre entra. Esa era la medicina que nos administraba el viejo profesor. Yo no tendría más de tres o cuatro años.
Durante estos algo más de dos meses he vuelto a mis recuerdos, he vuelto a disfrutar de mi infancia (sin dolor), he crecido hasta la adolescencia según iba avanzando en mi exposición hasta darme cuenta de que estos hombres y mujeres que dedican su vida a la docencia tienen algo en común conmigo: vocación. Yo por la fotografía, y ellos por la enseñanza. Sin esa vocación sería imposible encerrarse cada mañana en un aula con unos niños inquietos, alegres, juguetones... Paciencia, dedicación y mucho amor por esta profesión es lo que he espiado cada día desde el parapeto privilegiado de mi cámara. Oficio éste imagino que gratificante, y no en los dineros, donde la mayor satisfacción es ver crecer a los niños, hacer hombres y mujeres con proyección de futuro, prepararlos para la dura batalla de la vida. Una labor muchas veces incomprendida.
En esta exposición he tratado de ser invisible, una sombra, pasar desapercibido ante los ojos de los alumnos y los profesores. Y visto el resultado creo haberlo logrado, me siento satisfecho, porque si no muchas de estas imágenes no se hubieran podido conseguir. También hay paciencia en cada fotografía, dedicación total, respeto y, sobre todo, amor por este trabajo en el que he depositado muchas ilusiones.
Agradezco a la dirección del centro esta magnífica oportunidad, y las facilidades que me han dispensado. Hoy esta exposición formará parte de un pequeño tesoro. Y dentro de otros veinticinco años estas fotografías volverán a tener la misma frescura, fuerza y alegría de hoy.
Miguel Berrocal
Mayo 2008
Editor Gráfico Diario ABC
Mayo 2008
Editor Gráfico Diario ABC
1 comentario:
Una verdadera pena que hayas colgado la 35/35 porque ha sido un verdadero gustazo. Se nota que estaba hecha con el corazón.
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