miércoles, 7 de noviembre de 2007

Capitulo VIII


Y, en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y, dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.
—¡Válame Dios! —dijo Sancho—. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?

1 comentario:

Miguel Muñiz dijo...

me gusta tu blog, ya que aparte de mostrar fotos tb tienes acceso a noticias de actualidad,solo comentarte que los titulares en azul cuesta leerlos

saludos

Miguel Berrocal

"Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla".

Confucio

551 AC-478 AC. Filósofo chino